El verano es la temporada perfecta para disfrutar del sol y refrescarse en la piscina pero también es un momento crucial para mantener la seguridad de la familia y sobre todo de los más pequeños.
Los niños no son consientes del peligro y todavía no tienen destrezas dentro del agua en el caso que se caigan en una piscina. Es nuestro deber como padres tomar en cuenta las siguientes medidas:
Vigilancia continua: no existe sustituto de la vigilancia de un adulto. Quien acompañe al niño debe estar permanentemente vigilando y si se ausenta debe nombrar un sustituto. Es primordial no perder de vista a los pequeños cuando se bañan o están cerca del agua.
Norma 10” 20”: el adulto debe mirar al niño cada 10 segundos y debe permanecer a una distancia tal que le permita llegar en 20 segundos.
Detectar riesgos: comprobar si existe algún modo de que el niño muy pequeño llegue a la piscina y de qué manera lo haría, para evitarlo.
Protección: incorporar dispositivos de seguridad que impidan que el niño llegue al agua en un descuido.
Aprendizaje: antes del verano y desde bastante pequeños deberían aprender a flotar primero y nadar después. Este aprendizaje no exime en ningún caso de la vigilancia.
Dispositivo de rescate: tener a mano salvavidas, pértiga y teléfono para contactar con emergencias.
Orden: mantener alejados de la piscina juguetes u objetos que llamen la atención del niño y al sentirse atraído por ellos le hagan acercarse al agua.
Drenajes: asegúrate de que los sistemas de drenaje están apagados y los niños están lejos de los mismos.
Seguridad: tener vallas, cobertores de invierno, alarmas perimetrales o de inmersión, elementos de flotación adaptados a cada niño.
Emergencias: aprende la secuencia de reanimación cardiopulmonar ( RCP ) y el teléfono de emergencias ( 911 ).